
Dedicado al sastre y a la sastre
Al sastre…
¿Pensó alguna vez el sastre,
que al recordar lo vivido
todo su tiempo ha estado
pendiente siempre de un hilo?
En su taller artesano
piensa, crea su estilo,
donde la nocturnidad
despertó otro sentido.
Ya delante de la tela
empieza el aperitivo,
trazado siempre, perfecto
y la marcada en su sitio
configura buena entrada
a degustar tempranito,
hilvanando toda prueba
y complacer al más listo
que en esto de la trama
no se necesita prefijo.
El día se va pasando
frente al menú calentito,
degusta buen afinado
hasta el aplomo chiquito.
El plano va modelando
color; calor y amor unido,
al abrigo de un buen paño
que el fabricante ha tejido.
Pinzas, bolsillo de pecho,
hilvanes de un buen hilo
marcan fiel delantero
y en solapa picado unido,
fina ligueta al canto
y con su tapa el bolsillo.
Los dedos se desperezan
punto invisible, finito,
plancha, hilvanes a diestro y siniestro
depositado en su sitio,
el placer de unir tantas cosas
en un trozo tan chiquito,
para dar forma y volumen
al proyecto de una obra
que comenzó a buen ritmo,
sin pensar que en cada hora
quedó un trozo de vida cumplido.
Días, va desgranando
parecen minutos cortitos,
para trabajar es poco,
cuando el tiempo infinito
tuviera a disposición,
siempre le quedará chico,
el metro se ha desgastado
como los años del vino,
no solo queda el aroma
es la misma esencia en vivo
que guarda todo sabor
y saber entretejido.
Las puntadas se acumulan
la máquina no hace ruido,
es, su labor artesana
en silencio y con mimo,
quien pone la guinda final
a este plato distinto,
con hilvanes y puntadas
que solo el sastre elabora
marcando en la historia un hito.
A.P.T.